Niñata maleducada e insolente, que viniste a insultarme con tu abuela de cuerpo presente. No te voy a perdonar. Que la vida vomite sobre ti con creces, tu misma maldad. Eres un ñaque en mi trastero, como un amasijo de morralla, fuera del alcance de mi vista. Podría hacer que mis palabras para ti, como cuchillos de biselado filo, te atravesaran el corazón. Podría hacer que mi indiferencia hacia ti, espada de hierática frialdad, ignorara tu nombre. Podría hacer que este vacío abismal, donde te meto, ahogara tu sin sustancia. Podría hacer que mi olvido, donde vas a estar , aislara tu recuerdo. Pero ni siquiera eso te voy a dar. Ni palabras, ni indiferencia, ni vacio, ni olvido mereces de mi y menos ahora, que lejos de ti y de los tuyos, mi vida es un remanso de paz. El dia 16 de mayo, dia en que murió mi madre, esta se presentó en el hospital acompañada de su marido y de su padre. Sin argumentos, sin diálogo, sin conversación previa, vomitó con rabia (le viene de familia